domingo, julio 24, 2005

Ellos son Paula y Jesus. Dos grandes amigos ¿Por qué se los presento? bueno, porque quiero contarles su historia... Jesús es venezolano. Paula, chilena. Se conocieron en España, hace ya varios años.

Hoy están casados y viven en Chile. Hasta aquí esta parece una historia como muchas más. Pero no, no lo es.

Lamentablemente, Paula ha tenido que luchar contra una leucemia que no sólo la ha desgastado físicamente sino que además, ha significado una tarea titánica para poder pagar los costos que implica su tratamiento.

Entrar en los detalles de lo que ha sido todo esto puede resultar un poco largo, pero creo necesario poner al menos algunas líneas para motivarlos a hacerse parte de esta carrera.

La leucemia es una enfermedad que aparece sin previo aviso. Cae como un balde de agua fría. Claramente nadie está preparado para enfrentarla. Ni el enfermo ni las personas que deben convertirse en su apoyo. A nadie le enseñan a ser fuerte para asumir algo así. Simplemente pasa y algunos tienen la capacidad de levantarse y caminar aunque eso les provoque un dolor intenso. Afortunadamente Paula es una de esas personas. Jesús, ha aprendido a serlo por ella.

La pelea ha sido dura, pero ambos la han encarado con una fortaleza digna de un premio guinness. Y ha dado sus frutos. Las agotadoras sesiones de quimioterapia, más todos los tratamientos anexos, han dado resultado y ahora los genes (que son los que provocan esta enfermedad) han vuelto a su lugar... es decir, la leucemia se fue.

Sin embargo, Paula sigue en tratamiento. Es una segunda etapa, la de consolidación... un proceso con el que se quiere evitar todo riesgo futuro. Y bueno, todo esto tiene sus costos... físicos y económicos. Sería maravilloso poder ayudar en los primeros, pero todavía no encuentro la forma de hacerlo. La opción, entonces, es dar una mano para que las deudas no crezcan demasiado y las energías de Paula puedan focalizarse en salir bien de todo esto.


Por eso quiero invitarlos a hacerse parte de esta lucha que ya varios asumimos como propia. Demás está decir que a cualquiera le puede pasar... está demás, porque creo que el corazón se puede sensibilizar sin tomar necesariamente conciencia de eso. Honestamente, cuando pienso en mis "mortales preocupaciones" y las comparo por una "inexplicable obligación de luchar por vivir", todas las reflexiones me parecen inncesarias.